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Fernando Acevedo
Dr en Antropología y arquitecto
El Episodio 1 del proyecto ciudadN es la concreción de una iniciativa ambiciosa y desafiante, lúcida, innovadora, removedora y en construcción permanente. Su cimiento conceptual, ético y estético, de apariencia simple –la ideación y construcción colectiva de los espacios urbanos del futuro– alberga una riqueza y una complejidad multiforme que también son inherentes a las ciudades, a su diseño, a las múltiples formas de habitarlas y, naturalmente, a sus habitadores. Es, en suma, una invitación a que asumamos que los planificadores y diseñadores urbanos tradicionales deberían dejar en barbecho sus propias imágenes urbanas –y también, en muchos casos, el narcisismo autoglorificador subyacente– y situar en el lugar protagónico al sistema de imágenes, sensaciones y deseos de los habitantes. En ese lugar, que es el que ciudadN sugerentemente promueve, los habitantes dejarán de ser espectadores para pasar a ser actores, abandonarán su mera presencia como ciudadanos pasivos expuestos a la lujuriosa voracidad especulativa y a la deshumanizada expoliación urbana para pasar a ser auténticos hacedores-habitadores: habitar, como decía Benjamin, es dejar huellas.
El proceso creativo de ciudadN está atravesado, pues, por la convicción de que la construcción de ciudad, la de ahora y la del futuro, no debe prescindir de las imágenes y deseos de los sujetos que la habitan y que, habitándolas, imprimen en ella sus huellas. Es el habitante, devenido habitador, quien se apropia del espacio urbano, quien lo usa, lo re-crea y reinterpreta, quien lo carga de sensaciones, de sentidos y de significados; es quien, a través de su práctica, lo inviste, lo socializa. Por cierto, si bien es el diseñador urbano quien suele definir topológica o geométricamente un espacio, son los habitantes-habitadores quienes, colectivamente, lo transforman en lugar.
La experiencia ciudadN contiene propuestas articuladas que están firmemente orientadas a que dicha convicción se concrete y formalice. Las preanuncian, ya en su plataforma de lanzamiento, dos preguntas de inequívoco carácter retórico: “¿No deberíamos ser todas las personas expertas en espacios y ciudades?” “¿No tenemos derecho a tener una formación general en el tema y decidir los espacios en los que queremos habitar?”. Esa formación general –y, tal como se subraya al comienzo de este Episodio 1, desde instancias tempranas– es, precisamente, algo que la propia experiencia ciudadN se ocupa de promover y potenciar.
En efecto, en esta primera aproximación merece un especial destaque el liderazgo asumido por el equipo de ciudadN en el diseño y puesta en marcha del “Primer Laboratorio de Innovación Ciudadana de Montevideo”, en el que durante un par de semanas participaron docentes y estudiantes de educación primaria (de la escuela Las Canteras) y secundaria (del Liceo Miranda) en un proceso de imaginación, creación y construcción colectiva de valioso espesor pedagógico.
El modo en que se desarrolló esta actividad, en especial por la promoción de la creatividad, la emocionalidad y la reflexión crítica de los participantes y la apelación a dinámicas colaborativas con uso de tecnologías novedosas en el ámbito escolar, pone de manifiesto, entre otras cosas, la potencia didáctica del trabajo educativo en base a proyectos y resolución de problemas y su capacidad de enriquecer procesos de enseñanza y, sobre todo, de aprendizaje. La apropiación de este tipo de actividades por parte de docentes de educación primaria y media sería, sin duda, una derivación muy valiosa, tanto para el desarrollo de prácticas innovadoras y participativas en la enseñanza de diseño arquitectónico y urbano desde instancias tempranas, como en otros ámbitos disciplinares y organizacionales. A este respecto, ciudadN logró capitalizar los beneficios de haber involucrado en sus propuestas a organizaciones de muy diverso marco institucional y carácter: la Administración Nacional de Educación Pública, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de la República, el MVDLAB (Laboratorio de Innovación Ciudadana de Montevideo de la Intendencia de Montevideo), el Laboratorio de fabricación digital FabLab-MVD (de la FADU), el Museo Casa Vilamajó, Insprinta, Hiperespacio.
Es importante resaltar, además, los muy significativos beneficios de la modalidad experimental e innovadora que caracterizó a esta actividad ya desde su consigna disparadora: pensar el futuro es un ejercicio infrecuente en esos niveles de la educación pública nacional, y más lo es pensar la ciudad del futuro con espíritu lúdico y materializarlo en modelos prospectivos tridimensionales. El pensar y el hacer como actividades indivisibles y retroalimentadas –praxis– es tal vez uno de los más ricos y enriquecedores logros de este Laboratorio –también de otros emprendimientos del equipo de ciudadN–, notoriamente superador de narraciones utopistas como, por ejemplo, las de Las ciudades invisibles de Calvino. “Concebir la ciudad como canvas lúdico, integrada con el paisaje, flexible y con diversos lugares de encuentro” –tal lo que sostienen las autoras de ciudadN– dota de realidad y visibilidad a alguna de aquellas improbables ciudades invisibles, al tiempo que evidencia la inutilidad de clasificarlas, como escribió el mismo Calvino con respecto a Zenobia, “entre las ciudades felices o entre las infelices. No tiene sentido dividir las ciudades en estas dos clases, sino en otras dos: las que a través de los años y las mutaciones siguen dando forma a los deseos y aquellas en las que los deseos, o logran borrar la ciudad, o son borrados por ella”.
Estos comentarios son igualmente válidos y aplicables para el resto de las actividades que se conjugan en este primer Episodio del proyecto ciudadN. Son numerosos sus puntos altos: la promoción de la libertad en el pensar, en el sentir y en el hacer, la imaginación y el espíritu lúdico e inventivo en el aprendizaje y en la co-creación, la reivindicación y puesta en acto de prácticas, métodos y procedimientos innovadores y creativos –creativamente innovadores, innovadoramente creativos– tanto en la dimensión propiamente didáctica como en la construcción colectiva de modelos de espacialidades y de espacios urbanos, las dinámicas de ensayo-y-error en la co-creación, la capacidad de la investigación aplicada y de su articulación con recursos tecnológicos potentes, el aprovechamiento de material no convencional o en desuso para las instancias de prototipado colectivo, la inclusión de actores y agentes potenciales diversos, el carácter provocador, multiplicador y replicable de las propuestas.
Un acierto adicional del proyecto es la gestación de sinergias a partir de la convocatoria a expertos extranjeros de vasta trayectoria y conocimiento de la temática, integrantes de organizaciones y equipos técnicos que desarrollan propuestas de innovación y formación en el campo multidimensional del diseño espacial y urbano, conjugando arquitectura, ingeniería electrónica, arte, nuevas tecnologías digitales y diversas ciencias ambientales, humanas y sociales. Es dable intuir que en ciudadN la variedad de los campos disciplinares involucrados y la riqueza de los aportes producidos contribuyeron a que teoría y praxis, arte, ciencia y tecnología, forma y contenido, sensaciones y emocionalidad, ética y estética, pudieran activarse estrechamente hermanados.
Todas estas virtudes del proyecto dan cuenta, en suma, de las bondades y potencialidades de una investigacion experimental aplicada que por convicción no se ciñe a –y en ocasiones interpela– las exigencias convencionales de la investigación académica tradicional.
En definitiva, una vez leído, analizado y disfrutado este primer Episodio, no resulta excesivo encuadrar esta experiencia pionera de ciudadN y su venturosa búsqueda en el marco de la reivindicación, en este caso tácita, de algunos derechos de última generación. Por cierto, si a sus autoras se les preguntara lo mismo que Gregorovius le preguntó a Oliveira en un pasaje de Rayuela –“Pero ¿qué buscás con eso, Horacio?”–, seguramente responderían, con convicción plena, igual que Oliveira: “Derecho de ciudad”.