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Ruth Bernheim 

Especialista en género y generaciones

¿Qué visión tenés sobre la ciudad del futuro? ¿Cómo te gustaría que sea?  

La ciudad es muchas cosas y muchas personas.  Yo vivo en Montevideo y hacia adelante veo la profundización de la ciudad de hoy, con más segregación, más improvisación y retrocesos, contradicciones, gente en los márgenes, videocámaras y más violencia. Y veo una ciudad más verde y arbolada, con más equipamiento pensado para las personas, redes de infraestructura robusta para la movilidad activa, huertas urbanas, y más mujeres pensando el espacio público y más gente habitándolo.

Me gustaría que la ciudad del futuro sea, como la de hoy con más de las cosas mejores y menos de las pésimas. Una ciudad más amable, verde y un poco más salvaje, con más chirridos y trinos y menos ruido de máquinas y de gimnasios de crossfit; una ciudad caminable y pedaleable que invite a mirar, a conocer, a descubrir su herencia arquitectónica entre otras cosas. Con espacios para la memoria. Y lugar para los que vienen y las que van.

¿Qué aporte te parece podría tener ciudadN para la ciudad del futuro?

 

Para quienes nacemos en el espacio urbano, la ciudad es como la piel, eso que está ahí desde siempre y no nos dedicamos a pensarla, ni la percibimos como producto de decisiones buenas y malas de hombres y de mujeres, o como un conjunto de privilegios y de malas suertes. Las personas de las ciudades no pensamos las ciudades y sobre todo no nos pensamos en ellas. Las posibilidades de habitar el espacio no están en la lista de temas para conversar de paso ni en psicoterapias. 

 

Uno de los aportes de ciudadN a la ciudad del futuro es seguir siendo ciudadN, pulsando las imaginaciones y las representaciones desde distintas partes (del cuerpo y de la ciudad) acerca de cómo vivimos los espacios, para inventarnos otras formas posibles o imposibles de habitar mañana. Pensarnos en otro lugar y en el lugar de otros.

¿Cómo afecta a las mujeres y las infancias los modos de planificación imperantes en las ciudades hasta hoy? ¿Y los actuales cambios climáticos, migratorios, tecnológicos, laborales, etc?

 

El crecimiento urbano no planificado genera desigualdad.  Pero la planificación de las ciudades también.

Los modos imperantes de planificación han sido y son cada vez más excluyentes. La conflictiva de la ciudad es supraurbana, expresa la dinámica del capitalismo y de la economía global. Y el capitalismo no es generoso, ni es accesible ni inclusivo.

 

En una economía insustentable que reposa - cae- sobre los hombros de las personas que cuidan, las necesidades y el disfrute de las mujeres han sido históricamente excluidos del diseño del espacio -público y privado. Ámbitos pensados por y para hombres como entidades abstraídas, no varones, no mujeres, no personas que circulan cuidando de otras, con niñes y ancianes; no personas viejas, ni con discapacidades ni las que van con quienes las tienen.

Y si los modos imperantes de planificar excluyen, es justo que excluides, mujeres y diversidades se sumen a los espacios de decisión y planificación de los territorios en los que cuidan y por los que desplazan sus dificultades y sus alegrías y casi siempre también las de otres.

¿Cómo ves la respuesta en cuanto a estos temas en quienes planifican y viven en las ciudades? ¿Estás viendo algún cambio cultural en este sentido? ¿Cuáles te gustaría que se dieran?

En América Latina algunas ciudades están experimentando y avanzan hacia la incorporación de los cuidados en la planificación del espacio, como es el caso de Bogotá. En Uruguay los avances son tímidos y conviven con retrocesos inexplicables como las restricciones a la circulación en bicicleta por la rambla montevideana. Algunos municipios en Montevideo son precursores de cambios con iniciativas para comprometer a la población en el diseño y cuidado de los nuevos individuos del plan de arbolado (acaban de plantar un jacarandá en mi puerta), áreas piloto de cuidados para explorar hacia un plan municipal sostenido en corrientes críticas del pensamiento como el ecofeminismo, la economía del cuidado y el urbanismo feminista, entre otras.

¿Qué rol ocupa en todo esto lo colaborativo-coparticipativo? 

 

Estos cambios se hacen hacia y desde los diseños colaborativos y coparticipados donde vecinas y vecinos no solo emiten opinión, la construyan y transforman en intercambio recíproco y con quienes tienen conocimientos técnicos de planificación y diagnósticos de la ciudad. Si no tiene sentido rediseñar un living sin conocer quiénes, cuántos, para qué lo van a usar, y por qué quieren cambiarlo, la premisa es igual de válida y más necesaria cuando el living está supuesto para ser de todes. 

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